La ruta

Son las 7:50 de la mañana, cae una leve llovizna, y comenzamos a oir en la distancia los acordes de la canción de AC-DC que nos acompañará hasta nuestro paso por el arco de salida... Thunderstruck. Es justo lo que necesitamos para activarnos e ir soltando nervios.

Allá vamos

Poco a poco, en modo patinete, nos vamos moviendo hasta alcanzar la calle principal. Aqui ya podemos mantenernos hasta 5 metros seguidos sobre la bici sin poner el pie en el suelo. Pero es complicado. Todos queremos pasar por el mismo sitio y salir lo antes posible y poco a poco lo vamos consiguiendo.

Tan sólo hemos tardado 7 minutos en pasar por el arco tras el banderazo de salida de la ruta. No está nada mal. Yo había calculado que serían incluso 15 minutos. Pero ahi vamos ya. En los primeros kilómetros hay que intentar no ser enganchado ni enganchar a ningún compañero ya que eso nos podría dejar fuera de la carrera. Lo vamos consiguiendo. Se rueda lento porque somos muchos... muchisimos... y hay que ir buscando sensaciones y no dejarnos llevar por el ritmo ajeno... Eso sería un error que en algún momento de las próximas 13 horas podríamos pagar con una buena pájara...

San Vicente del Monte
Antes de llegar a San Vicente del Monte ya encontramos el primer tapón. Hay una zona estrecha y seguimos siendo muchos y muy juntos los que estamos a punto de pasar por ahi. No es mucho el tiempo que toca esperar. Parece que somos gente ordenada y enseguida el tapón se estiliza y alarga de manera que todos podemos ir avanzando para coronar San Vicente donde una pancarta saluda nuestra llegada. El alucinante ver cómo todos los sitios por los que pasa la ruta están abarrotados de gente animando, apoyando, ayudando. Esta carrera muchos la definen como "El Tour de los Populares" y es que no siendo un profesional de las dos ruedas, los ánimos de la gente te hacen sentir como si lo fueras, dándote alas que en muchas ocasiones hay que replegar un poco porque nos llevan a un ritmo superior al habitual nuestro y aún quedan muchos kilómetros como para dejarse llevar.

Seguimos con un continuo sube y baja hasta que en el kilómetro 21 tenemos que encarar una de las subidas míticas del recorrido. Se trata de "La Cocina" pero tengo que decir que desde que le han puesto hormigón, la dureza de la misma se ha reducido bastante. En la ocasión anterior, entre la gente que todavía pedaleábamos juntos y la imposibilidad de encontrar una trazada buena por el barro, las piedras, los surcos, se hacía prácticamente imposible coronarla sin haber puesto el pie en el suelo. En la edición de este año, con el firme en buenas condiciones, era tan sólo cuestión de agachar la cabeza, echar el culo "palante" y morder un poco el manillar con los dientes, pero se subía. Se dejaba subir. Un indicativo de que esta zona ha perdido su habitual dureza es la menor presencia de público que en ediciones anteriores donde era todo un espectáculo ver cómo los ciclistas nos afanábamos por conseguir lo que parecía imposible.

Venga... primer hito... superado. Seguimos la pista hasta desembocar en una carretera que nos permite ver a nuestra derecha, a unos 9 km, San Vicente de la Barquera. Nos encontramos en la carretera que nos lleva hasta el primer avituallamiento de la jornada, en las cuevas del Soplao. Aprovechamos para comer algo, beber una cocacola y todavía no nos hace falta recargar de agua las bolsas pues al estar el tiempo fresco no hemos bebido mucho, la verdad.

Bajada de Celis
Como digo, el tiempo está fresco pero al menos ha dejado ya de llover. Seguimos con el chubasquero puesto hasta este punto, que lo volvemos a guardar en la mochila. Ahora nos toca hacer una bajada también mítica, "La bajada de Celis". Si hay suerte y no está el terreno muy mojado se bajará bien. Si no... lo llevamos claro porque es una masa de arcilla resbaladiza y peligrosa. Pero parece que todo nos sonrie y bajamos con buen firme.
Bajada de Celis
Hay gente de Protección Civil cada 100 o 200 metros.  Es una bajada algo peligrosa y están allí para avisar de las zonas complicadas y para atender, en caso necesario, a quien lo pueda necesitar por una caida inoportuna.
Es una bajada muy rápida con algunos surcos que cruzan el camino y en los que hay que rodar con cuidado. Yo, que bajar no se encuentra entre mis habilidades, lo hago despacio, por un lado del camino intentando no entorpecer a los que bajan como locos, que los hay... y muchos. Mi hijo es uno de ellos pero baja con seguridad y no me preocupa "mucho" el verle bajar así. Tengo que preocuparme de ver por dónde bajo yo como para intentar buscarle en la distancia entre todos los que van bastante por delante de mi. Pero ya abajo me espera y retomamos el camino juntos. Se hace mucho más llevadero, la verdad.
Seguimos adelante y enseguida cruzamos Puentenansa y poco más adelante por Carmona. Ambas localidades están bien cuidadas y mantenidas y tienen también mucha gente animándonos a nuestro paso.
Monte Aa

Aqui encaramos ya la subida de Monte Aa. Es otra de esas subidas que se te quedan en la memoria la primera vez que la haces y te preguntas cómo se te ha ocurrido meterte en esto otra vez pero ya que estamos... vamos para arriba.

Jose va todo el rato dando ánimos al resto de ciclistas. Se encuentra en muy buena forma y está con un subidón tremendo por realizar esta ruta a la que le tenía tantas ganas. Esta siendo la energía que muchos necesitan para seguir subiendo unos rampones tan duros como los de Monte Aa. Para mi también, para que voy a negarlo. Me sientan bien... muy bien sus ánimos.
Monte Aa

Ahora si... con Monte Aa ya en la saca, comienza una buena bajada hacia Ruente que se encuentra repleto de gente. Es un pueblo singular y este año los caminantes  cruzan la fuentona de Ruente por el puente que tan sólo permite el paso de uno en uno por la estrechez del mismo. Los ciclistas lo hacemos en paralelo a dicho puente. Así evitamos causar accidentes entre unos y otros.


Es hora de coger aire y avituallarse en la campa que encontraremos pasado Ruente porque de ahora en adelante, tenemos que llegar a la cumbre de otro de los altos míticos de esta prueba... el Moral. Así que ánimo... 17 km de subida ininterrumpida hasta el km 15, con breve llaneo para un último empujón.
Comienzo del Moral
Sencillo? Ni de coña? Complicado? Tampoco, la verdad... Duro? Eso si... bastante. Pero se trata de coger un ritmo cómodo que te permita pedalear sin que el estómago se te salga por la boca en cada pedalada y saber que cada metro resta. Si lo que pretendes en esta ruta es hacer tiempos y posiciones, es otra historia. Pero mi meta es terminarla por segunda vez (la anterior fue hace siete años y el cuerpo no es el mismo). Con eso me doy por satisfecho. Y si puedo terminarla antes de que se haga de noche... eso puntuaría doble. Pero de momento, seguimos pedaleando para acabar. Los avituallamientos nos sirven para reponer un poco de hidratos y azúcares y que no nos pegue la pájara en las subidonas que tenemos por delante. Y también para charlar de manera distendida sobre cómo vamos cada uno.
El Moral
Da gusto ver que Jose, mi hijo, va creciendo (no hablo de lo mayor que se hace... eso es otro tema que también da gusto ver...) sino de cómo ha comenzado la ruta de forma conservadora y kilómetro a kilómetro se va encontrando mejor y parece que se le hace más llevadero afrontar la totalidad de los kilómetros que, os recuerdo, son 165 y más de 4000 metros de desnivel positivo. Y ahí está... sigue animando a quien ve bajo de ánimo (a los que no... también) y va charlando con todo el que se le pone a la par. De esa forma, dice, no se da ni cuenta de que los kilómetros van pasando. Pero así es... pasan...
Los paisajes de esta zona son alucinantes... montaña tras montaña, verde pálido, verde vivo, verde profundo, verde claro, verde oscuro... Dios... cómo me gusta el entorno...
El Moral




El Moral










Parece imposible pero en estas rutas hay que saber levantar la vista de la rueda y contemplar el entorno... bosques... rios... valles... paisajes nada habituales y siempre verdes. Todo un lujo por el que creo que me he dejado convencer para repetir la ruta de nuevo a pesar de la dureza de la misma. Tras los ratos de sufrimiento, que lo son, mañana sólo quedarán los buenos momentos y los recuerdos de los visto,. de lo vivido y de lo sentido. Y todo eso si que suma en la mochila de cada uno.

El Moral
No todos los días tengo la oportunidad de rodar por sitios de estas características y hay que aprovecharlo. Es una cosa que he aprendido a lo largo de las diferentes y ya numerosas rutas que voy realizando... Cada ruta aporta algo (si no mucho) positivo y es en lo que hay que centrar la atención y no dejar que lo el árbol no te permita ver el bosque. El ritmo de subida es pausado y se crean grupos de ritmo similar. Cuando el desnivel lo permite, comentamos sobre lo que a cada uno se le pasa por la cabeza... y alucino con lo próximos que somos a veces unos de otros. Me he encontrado con gente que conoce perfectameante mi zona y que son de la ciudad donde yo trabajo y conozco la tienda de bicis donde habitualmente llevan las suyas para el mantenimiento. Somos muchos, cada vez más, los que disfrutamos de este deporte y estamos donde quiera que haya una buena zona para pedalear.
Tras coronar el Moral, como todo lo que sube... baja... ahora toca bajar y disfrutar... o no. Si, realmente si. En la bajada es cuestión de llevar atención para no meterte donde no debes pero se rueda con alegría, sin el sufrimiento de la subida. La bajada es rápida y en nada de tiempo llegamos al cruce de la carretera que nos llevará hasta Bárcena Mayor, donde encontraremos un nuevo avituallamiento. Ya casi me da miedo llegar a los avituallamientos. ¿Por qué? Sencillo... Tras ellos suele comenzar una nueva y prolongada subida, aunque esta ruta esta llena de subidas prolongadas haya avituallamientos o no. Pero en este caso se cumple nuevamente la máxima... cruzamos Bárcena Mayor y tras el avituallamiento comenzamos otra subida... curiosita. En este caso nos llevará hasta Cruz de Fuentes, a 1260 metros de altura y muy próximos ya a los 100 km que es una barrera psicológica que está ahí. Tengo que decir que en este punto de la ruta y pensando que aún me quedaban algo más de 60 km, con la subida de Palombera, Correpoco y el Negreo por delante, me pegó un bajón anímico importante. Jose, con el que en todo el recorrido apenas nos habíamos separado ni 200 metros, fue consciente de mi pájara mental y desde aqui estuvo todavía más cerca mio en todo momento... al lado... por delante... por detrás... pero dando ánimos y apoyo en todo momento. Para mi fue importante verle y sentirle así de cerca y sin tardar el bajón se pasó y, como físicamente no estaba todavía machacado, pude retomar el ánimo y continuar con las bajadas y subidas consecutivas que nos esperaban aún por delante.

Suibida a Cruz de Fuentes
Cruz de Fuentes
Cruz de Fuentes




















Palombera







 
Palombera











La bajada desde Cruz de Fuentes hasta el punto en el que comenzábamos una nueva subida hacia la Palombera pasó en un abrir y cerrar de ojos. Y esta subida a Palombera no fue excesivamente dura. Unas nubes oscuras amenazaron nuevamente en el horizonte pero ahí se quedaron, en el horizonte, sin descargar agua sobre nosotros. El tiempo,  al final, estaba siendo mejor de lo que parecía. Era incluso fresco a ratos. Pero mejor eso que con un calor del demonio que habría hecho de las subidas un infierno infernal.

Palombera
Palombera
Esta claro que para afrontar esta prueba hay que estar preparado fisicamente. Son 165 km y más de 4000 metros de desnivel positivo, que no es cualquier cosa. Pero has de estar preparado también mentalmente. Las rutas habituales con las que entrenas o preparas esta, raramente excederán los 100 km o incluso puede que ninguna pase de siete u ocho horas. Pero en esta ruta, cuando llegues a los 100 km, aún te quedarán 65 no sencillos por delante. Y en mi caso particular llegué a los 100 km con algo más de 9 horas de recorrido. Por tanto, y conocedor ya de los tiempos finales, las cuentas están claras... Me quedaban 65 km y algo más de 4 horas, con la subida de Correpoco y del Negreo. Ambas subidas eran desconocidas para mi ya que en la anterior edición que lo realicé eran dos puntos por los que no se pasaba. Así que no quedaba otra que subirse de nuevo a la bicicleta y seguir pedaleando. Y a este ritmo parece que no sólo podíamos conseguir el primero de mis objetivos (terminar la ruta) sino que parece que podría incluso cumplir el segundo (terminar con luz de día).

La bajada desde Palombera hasta los Tojos nos hará perder un desnivel importante pues iremos desde los 1200 metros de altura hasta los 400 metros en tan sólo 11 km. Por tanto... habrá bajadas rápidas y con un buen desnivel.

Lo que no recordaba era el firme del camino entre Palombera y los Tojos... Vaya garbanzal!!! La amortiguación de nuestras bicicletas mitigaba de manera importante el traqueteo del camiino pero a pesar de ello hubo un par de ocasiones en las que tuvimos que parar a desentumecer los brazos que dolían de punta a punta. Maemía!!! Qué pasada. Hay tramos que, en subida, se hacían más rápido que estos en bajada en los que no te podías despistar un segundo o corrías el riesgo de salir por encima del manillar. Cuando llegamos al tramo de asfalto de Los Tojos fue como pedalear sobre algodón... todo suavidad y un fluir increible... Se había acabado el machaque de los brazos. Casi ni importaba tener que afrontar las nuevas subidas.

La de Correpoco no es realmente dura. Es algo técnica en un tramo de unos 200 metros en los que las piedras te hacen buscar la trazada adecuada pero el desnivel es llevadero. A estas alturas de la ruta, cualquier rampa inferior al 10% se considera llevadero... jajaja. El caso es que se rueda bien y sigue habiendo bastante gente en las zonas pobladas por las que pasamos y siguen aplaudiendo a nuestro paso. Si yo llevo las piernas calentitas, no me imagino cómo tendrán ellos las manos a estas horas de la tarde ya. Se agradece que no sólo aplaudan a los primeros que pasen sino que sigan dando ánimos a todos los que a estas horas ( cuando el ganador de la ruta ya se habrá echado incluso la siesta) seguimos pedaleando sobre la bici.

Llegamos a Renedo, donde comienza la última subida del día.. El Negreo.
Y debe ser dura porque nada más cruzar la carretera, nos toca cruzar un paso de ganado y la gente se agolpa a ambos lados del camino para ver nuestros últimos esfuerzos. Te animan, te apoyan, te empujan... todo se agradece y todo vale pues ahí ya si que si que las fuerzas escasean y estos ánimos son un plus de energía que viene de lujo en este momento. Hay varios zig-zag sobre hormigón rallado, que siempre es señal de terreno duro sobre el que rodar. Terminado el hormigóin piensas que lo más duro ha terminado pero en este caso no ha sido así. Aún quedan unas cuantas curvas y unas cuantas rectas con un desnivel importante y con un firme que es de todo menos firme y hace prácticamente imposible rodar de manera uniforme. Poco antes de acabar el tramo de hormigón me toca echar pie a tierra porque la inclinación se me está atragantando y prefiero caminar un rato que tensar más la cadena de la bici y llegar a partirla. Camino empujando la bici durante cerca de medio kilómetro y nada más comenzar la parte de tierra vuelvo a montar. Para mi sorpresa ese ratito caminando (aún habiendo sido duro tener que empujar la bici) me ha servido para descansar y parece que en la zona de piedras estoy desenvolviéndome bien. siempre y cuando encuentre la trazada adecuada, claro. Pero en este punto ya somos pocos los que rodamos juntos y no hay problema de ir por donde quieras sin molestar a nadie ni cruzarte en su camino.
Jose lleva un rato por delante. Parece que ha encontrado su ritmo y lo lleva bien. Cuando llego arriba, tras una última rampa que no deja ver si es cierto que acaba la subida o no, allí esta Jose esperándome para hacer nuestro último tramos juntos... la bajada a Ruente. En esta localidad cogemos ya la carretera  y rodamos de manera rápida hasta Cabezón de la Sal.

Cabezón de la Sal
El tramo es de unos 8 kilómetros y en suave pendiente descendente. Eso, unido a las ganas que tenemos de llegar, nos da un nuevo ánimo que parece que hubieramos acabado de comenzar a pedalear ahora mismo. No hay cansancio... hay risas y nervios por llegar. En el tramo final de entrada a Cabezón de la Sal adelantamos a muchos de los participantes que han hecho uno de los recorridos caminando y Jose, como durante el resto del día, les ha seguido arengando con voces de ánimo a las que muchos de ellos respondían por la misma ilusión de verse ya casi en la meta y con una nueva ruta terminada a sus espaldas.
La entrada en las últimas calles de Cabezón de la Sal es alucinante... gente a ambos lados de la calle, protegida con vallas para evitar percances a última hora, megafonía en el punto de meta y un reloj que marcaba nuestro tiempo en el momento de pasar por debajo... 13 horas, 45 minutos, 34 segundos.

No está nada mal. Hemos llegado... y entramos de día... Bien!!!!

Tras cruzar el arco de meta paro junto a Jose y nos abrazamos con orgullo y satisfacción propia y ajena. No negaré que alguna lágrima corrió por mis sucias mejillas por haber rodado juntos, por haber compartido esta experiencia a la que tantas ganas le teníamos (uno más que otro, todo hay que decirlo... jajajaja), por haberla terminado por haber pasado un gran día, por todo lo que habíamos vivido.

Entrada en meta

Nos dirigimos a la carpa que ha montado la organización y prácticamente tiramos las bicis a un lado, como si no quisieramos ni verlas, a pesar de lo bien que se han portado con nosotros. Ni un pinchazo, ni una avería, ni un problema... Y las tratamos así. Pero es que tras trece ahoras sobre el sillín, muchos mimos no nos quedan ganas de hacerles.
Jose se queda al cuidado de ellas mientras yo voy a la carpa a por unos tupper con pasta y algo de bebida. Y una cerveza... que en ese momento no la considero bebida sino el Maná de los dioses y que, de camino a donde estaba Jose de nuevo, no sólo me la he bebido sino que mis células la han asimilado de forma correcta... jajajaja

Nos ponemos en contacto con casa para dar novedades sobre nuestra llegada y que sepan que nos encontramos bien y cargamos un poco los depósitos con la comida que nos ha facilitado la organización. Se acaba el primer tupper y volvemos a por un segundo que a mi ya me cuesta acabar pero al que Jose da un buen repaso.

Poco más queda que hacer por aqui así que nos dirigimos hacia el coche y en busca del pabellón que también han habilitado para ducharnos. Mientras uno se ducha, el otro va desmontando las bicis y colocándolas en los asientos delanteros del coche para dejar nuevamente libre la caja trasera. No es que sea tarde pero a estas horas, y después de la paliza de bici de todo el día, no es cuestión de coger el coche para volver a casa, así que una vez aseados, alimentados y organizado el tema "bicis" nos metemos a nuestra "suite movil" para descansar, que nos lo hemos ganado.
Mañana, cuando nos despertemos, sea la hora que sea, ya nos pondremos en marcha de vuelta a casa así que... de momento... buenas noches.





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Previos

Pues ya en el año 2010 hice mi primer Soplao. En esa ocasión, con mi amigo y vecino Victor. Según la terminé me prometí no volver a repetir...