jueves, 24 de agosto de 2017

Previos

Pues ya en el año 2010 hice mi primer Soplao. En esa ocasión, con mi amigo y vecino Victor. Según la terminé me prometí no volver a repetirla ya que había sufrido como un bellaco. Nos pasamos 13 horas sobre la bicicleta y ni qué decir tiene las ganas que me quedaron de montar en bici los días siguientes, aparte de no poder encontrar la manera de encontrame agusto sentado sobre el sillín.
Pero el tema es que me dije a mi mismo que nunca más la repetiría. Pero mira tú por dónde, que mi hijo, que le gusta también el tema de la bici, por Noviembre del 2016 me dijo que la quería hacer. "Muy bien", le dije... "ánimo. Es muy dura pero es toda una experiencia. Me parece bien". Y me dice que es que no tiene nadie con quién hacerla. "Pues comentaselo a tus compañeros del grado. Seguro que encuentras a alguien que se anime a acompañarte..." pero me responde que ya había hecho la oferta y que no había nadie tan echao palante como él y que no... que no se animaba ninguno.
Joer... que me veo en el Soplao otra vez... Aymaemía... ¿Cómo no le voy a acompañar con las ganas que tiene de hacerlo? Y a mi... pedalear con él también me gusta pero es que el Soplao no sólo es pedalear, es sufrir, entrenar para la ruta, seguir sufriendo y... el día de la prueba... contar con tener suerte y que no llueva (cosa complicada en Cantabria en primavera) o que no nieve (todo puede ser)  o que haga un frio de la puñeta y todo sean inconvenientes...
"Venga... vale... que si... que me apunto contigo... pero tenemos que ponernos desde ya a entrenar para el día X sufrir (porque siempre se sufre) lo menos posible, intentando ir un poco sobrao, vale?"
Todavía no me creo que me haya convencido. Pero seguro que en el fondo de mi (aunque sea muy en el fondo) hay algo que me anima y empuja a hacerlo de nuevo. Y más con Jose.
Pues nada... vamos a la web, nos apuntamos los dos, compramos además el maillot de este año (antes los daban con el precio de la inscripción, pero parece que las cosas están cambiando) y lo que queda es ponerse a entrenar, así que poco a poco intentaremos ir cogiendo ese fondo y forma necesaria para no morir en el intento.
Durante las semanas siguientes aumentamos nuestro número de salidas y también las distancias recorridas en cada una. Esto nos lleva a un pico de forma bastante bueno para finales del mes de Marzo, pero el cuerpo se resiente, nos encontramos cansados, llega la Semana Santa, vagueamos un poco (aunque no lo abandonamos por completo) y seguimos a un ritmo más suave.
Y llega el fin de semana de la ruta. El jueves 18 de Mayo dejamos el coche cargado con todo lo necesario para llevarnos (bicis, barritas energéticas, ropa, calzado, casco, mochilas,...) e incluso un par de colchones y dos sacos para dormir dentro del coche ya que los alojamientos que encontrábamos eran muy caros o estaban muy retirados de Cabezón de la Sal (localidad donde comienza y finaliza la prueba).

Todo listo
Pues nada, el viernes 19 tras mi jornada de trabajo y las clases de Jose salimos para Cantabría, con los nervios a flor de piel y ganas y miedo a partes iguales. Pero deseando ya hacer la ruta por el hecho de la ruta en si y también para volver a salir a montar en bici por nuestra zona para seguir disfreutando de las salidas y no con la presión de entrenar para una prueba que es dura y que exige entrenamiento continuo durante meses.
La suerte ya está echada y  en menos de 24 horas estaremos rodando por los montes cántabros.
Charlamos de todo durante el viaje, risas, más nervios, recuento de lo que llevamos, ¿esta todo? Nooooooo... Se me ha olvidado coger las bolsas de hidratación para llevar en las camelback. Las dejé en el congelador con la idea de tener agua fresquita para la ruta y al no tenerlas por allí en medio ni me acordé de cogerlas...
A ver... la maquinaria de pensar se pone en marcha echando humo y se nos ocurre pasar por el Decathlon de Valladolid para comprar un par de bolsas. Siempre viene bien tener un par de reserva en casa y como hay que renovarlas cada cierto tiempo, el percance del olvido se convierte en un percance menor. Y el desvio para ir al Decathlon de Valladolid tan sólo nos supone 7 km de ida y 7 de vuelta. En menos de media hora, incluido el tiempo de compra, lo tenemos solucionado y seguimos el viaje hacia Cabezón de la Sal.

Prueba superada - Bolsas de hidratación conseguidas
Según nos vamos acercando a Cabezón de la Sal el cielo se va oscureciendo pero no nos importa... tenemos ganas de empezar. Siguen los nervios. Localizamos un lugar donde dejar el coche que esté cerca de las instalaciones que preparan para podernos dar una ducha tras la prueba y que a su vez tenga más coches/furgonetas donde la gente vaya a pasar la noche para estar cerca de la salida a la mañana siguiente. Lo localizamos y nos vamos a recoger el dorsal, maillot y dar una vuelta por la zona de meta. Está que hierve. Hay mucha gente y en todos se ven caras de ilusióin y ganas por comenzar. La tarde se ha quedado buena al final, hace sol y la temperatura es la ideal para montar en bici.

Ya en Cabezón de la Sal

Por la zona de recogida del Dorsal


Con el Dorsal























Con toda la documentación recogida, el maillot y ya con hambre, nos volvemos para el coche. Esta en una zona tranquila con bancos y mesas de madera donde aprovechamos para cenar. Pasta, empanada y fruta, aparte del azúcar de los refrescos. Hoy todo suma y esperemos que no pese para moverlo por la mañana.

Cenando

Una vez terminado de cenar y echándose la noche, poco más nos queda que hacer así que, preparamos el chiringuito para dormir. Y no está nada mal, la verdad... ¿no os parece? Las bicis las tenemos desmontadas sobre los asientos delanteros y nos queda todo el espacio de la caja del coche para dormir completamente estirados y sin problemas...

La suite principal
Moñeando hasta caer fritos
Seguimos moñeando... uno más que otro




Pues con la habitación ya  montada, la noche que se ha echado encima y el cansancio del viaje... sólo queda una cosa que hacer... dormir... Vamos a ello.

A las 3 de la mañana me despierta un leve ruido... leve pero inconfundible... son gotas de agua en el coche... está lloviendo... Cagoennnnn... no... no puede ser... voy a seguir durmiendo... pero el golpeteo de las gotas me lo pone dificil. Aún así vuelvo a quedarme dormido pero a las 6 de la mañana estoy ya despierto nuevamente. No es mala hora tampoco ya que tenemos que montar las bicicletas y desayunar para ir a la zona de salida que, seguro, estará petada de gente.

Mientras montamos las bicicletas y desayunamos sigue lloviendo. De forma suave pero llueve. Y no apetece nada salir mojado desde el comienzo de la ruta... Pero como no es algo que escojamos sino que lo que hay es lo que hay... terminamos la faena del motaje de las ruedas en las bicis y terminamos de desayunar, pero nos llevamos algo de fruta para comerla en la zona de salida. Según nos vamos dirigiendo a ese punto vemos que la afluencia de gente es brutal... somos muchos... y todos intentamos buscar la zona más próxima al arco de salida para no demorar mucho el momento del comienzo pero... no todos cabemos en el mismo punto. Estamos como a 150 metros del arco, en una calle lateral pero no somos los últimos... eso no ayuda pero anima. Tenemos bastante gente por detrás y todas las calles están igual de llenas. Se notan nervios en todos. Y más cuando nuevamente se pone a llover... Salen los chubasqueros de las mochilas... prendas de abrigo... de todo. Aún nos queda algo más de media hora para que de comienzo la ruta.
A las 7:50 comenzamos a oir la inconfundible música de AC-DC, Thunderstruck, que nos acompañará a todos durante nuestro paso por el arco de salida...

Previos

Pues ya en el año 2010 hice mi primer Soplao. En esa ocasión, con mi amigo y vecino Victor. Según la terminé me prometí no volver a repetir...